lunes, 31 de mayo de 2010

Miguel Hernández - Elegía



Miguel Hernández - Elegía


(En Orihuela, su pueblo y el mío, se

me ha muerto como del rayo Ramón Sijé,

con quien tanto quería.)



Yo quiero ser llorando el hortelano

de la tierra que ocupas y estercolas,

compañero del alma, tan temprano.



Alimentando lluvias, caracolas

y órganos mi dolor sin instrumento.

a las desalentadas amapolas



daré tu corazón por alimento.

Tanto dolor se agrupa en mi costado,

que por doler me duele hasta el aliento.



Un manotazo duro, un golpe helado,

un hachazo invisible y homicida,

un empujón brutal te ha derribado.



No hay extensión más grande que mi herida,

lloro mi desventura y sus conjuntos

y siento más tu muerte que mi vida.



Ando sobre rastrojos de difuntos,

y sin calor de nadie y sin consuelo

voy de mi corazón a mis asuntos.



Temprano levantó la muerte el vuelo,

temprano madrugó la madrugada,

temprano estás rodando por el suelo.



No perdono a la muerte enamorada,

no perdono a la vida desatenta,

no perdono a la tierra ni a la nada.



En mis manos levanto una tormenta

de piedras, rayos y hachas estridentes

sedienta de catástrofes y hambrienta.



Quiero escarbar la tierra con los dientes,

quiero apartar la tierra parte a parte

a dentelladas secas y calientes.



Quiero minar la tierra hasta encontrarte

y besarte la noble calavera

y desamordazarte y regresarte.



Volverás a mi huerto y a mi higuera:

por los altos andamios de las flores

pajareará tu alma colmenera



de angelicales ceras y labores.

Volverás al arrullo de las rejas

de los enamorados labradores.



Alegrarás la sombra de mis cejas,

y tu sangre se irán a cada lado

disputando tu novia y las abejas.



Tu corazón, ya terciopelo ajado,

llama a un campo de almendras espumosas

mi avariciosa voz de enamorado.



A las aladas almas de las rosas

del almendro de nata te requiero,

que tenemos que hablar de muchas cosas,

compañero del alma, compañero.

jueves, 27 de mayo de 2010

Hermanos Quintero - La rosa del jardinero




Hermanos Quintero - La rosa del jardinero


Era un jardín sonriente;
era una tranquila fuente
de cristal;
era, a su borde asomada
una rosa inmaculada
de un rosal.

Era un viejo jardinero
que cuidaba con esmero
del vergel,
y era la rosa un tesoro
de más quilates que el oro
para él.

A la orilla de la fuente
un caballero pasó,
y la rosa dulcemente
de su tallo separó.

Y al notar el jardinero
que faltaba en el rosal,
cantaba así, plañidero,
receloso de su mal:

-Rosa la más delicada
que por mi amor cultivada
nunca fue;
rosa la más encendida
la más fragante y pulida
que cuidé;

blanca estrella que del cielo
curiosa del ver el suelo
resbaló;
a la que una mariposa
de mancharla temerosa
no llegó.

¿Quién te quiere? ¿Quién te llama
por tu bien o por tu mal?
¿Quién te llevó de la rama
que no estás en tu rosal?

¿Tú no sabes que es grosero
el mundo? ¿Que es traicionero
el amor?
¿Que no se aprecia en la vida
la pura miel escondida
en la flor?

¿Bajo qué cielo caíste?
¿A quién tu tesoro diste
virginal?
¿En qué manos te deshojas?
¿Qué aliento quema tus hojas
infernal?

¿Quién te cuida con esmero
como el viejo jardinero
te cuidó?
¿Quién por ti sólo suspira?
¿Quién te quiere? ¿Quién te mira
como yo?

¿Quién te miente que te ama
con fe y con ternura igual?
¿Quién te llevó de la rama,
que no estás en tu rosal?

¿Por qué te fuiste tan pura
de otra vida a la ventura
o al dolor?
¿Qué faltaba a tu recreo?
¿Qué a tu inocente deseo
soñador?

En la fuente limpia y clara
¿espejo que te copiara
no te di?
¿Los pájaros escondidos,
no cantaban en sus nidos
para ti?

¿Cuando era el aire de fuego,
no refresqué con mi riego
tu calor?
¿No te dio mi trato amigo
en las heladas abrigo
protector?

¿Quién para sí te reclama?
¿Te hará bien o te hará mal?
¿Quién te llevó de la rama
que no estás en tu rosal?


Así un día y otro día,
entre espinas y entre flores,
el jardinero plañía,
imaginando dolores,
desde aquél en que a la fuente
un caballero llegó,
y la rosa dulcemente
de su tallo separó.




miércoles, 12 de mayo de 2010

Tirso de Molina - Que el clavel y la rosa



Tirso de Molina - Que el clavel y la rosa

Que el clavel y la rosa,
¿cuál era más hermosa?

El clavel, lindo en color,
y la rosa todo amor;
el jazmín de honesto olor,
la azucena religiosa,
¿Cuál es la más hermosa?

La violeta enamorada,
la retama encaramada,
la madreselva mezclada,
la flor de lino celosa.
¿Cuál es la más hermosa?

Que el clavel y la rosa,
¿cuál era más hermosa?




lunes, 10 de mayo de 2010

Miguel Hernández - El mundo de los demás



Miguel Hernández - El mundo de los demás

El mundo es como aparece
ante mis cinco sentidos,
y ante los tuyos que son
las orillas de los míos.

El mundo de los demás
no es el nuestro: no es el mismo.

Imágenes de la vida:
cada vez las recibimos,
nos reciben entregados
más unidamente a un ritmo.

Pero las cosas se forman
con nuestros propios delirios.

Ciegos para los demás,
oscuros, siempre remisos,
miramos siempre hacia adentro,
vemos desde lo más íntimo.

Trabajo y amor me cuesta
conmigo así, ver contigo:
aparecer, como el agua
con la arena, siempre unidos.

Nadie me verá del todo
ni es nadie como lo miro.

Somos algo más que vemos,
algo menos que inquirimos.
Algún suceso de todos
pasa desapercibido.

Nadie nos ha visto. A nadie
ciegos de ver, hemos visto.

Ciegos para los demás,
oscuros, siempre remisos,
miramos siempre hacia adentro,
vemos desde lo más íntimo.

domingo, 2 de mayo de 2010

Miguel Hernández - Para la libertad



Miguel Hernández - Para la libertad

Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.

Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas,
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas.

Para la libertad me desprendo a balazos
de los que han revolcado su estatua por el lodo.
Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos,
de mi casa, de todo.

Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.

Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño:
porque aún tengo la vida.




pandeuropa