martes, 31 de julio de 2012

Gustavo Adolfo Bécquer - Dos rojas lenguas de fuego


Gustavo Adolfo Bécquer - Dos rojas lenguas de fuego...

XXIV
Dos rojas lenguas de fuego
que, a un mismo tronco enlazadas,
se aproximan, y al besarse
forman una sola llama;

Dos notas que del laúd
a un tiempo la mano arranca,
y en el espacio se encuentran
y armoniosas se abrazan;

Dos olas que vienen juntas
a morir sobre una playa
y que al romper se coronan
con un penacho de plata;

Dos jirones de vapor
que del lago se levantan
y al juntarse allí en el cielo
forman una nube blanca;

Dos ideas que al par brotan,
dos besos que a un tiempo estallan,
dos ecos que se confunden,
eso son vuestras dos almas.



vicentemonera

domingo, 29 de julio de 2012

Gustavo Adolfo Bécquer - Rima XVII



RIMA XVII

Hoy la tierra y los cielos me sonríen,
hoy llega al fondo de mi alma el sol,
hoy la he visto... La he visto y me ha mirado...
¡Hoy creo en Dios!


poetasandaluces

martes, 24 de julio de 2012

Gustavo Adolfo Bécquer - Su mano entre mis manos


Gustavo Adolfo Bécquer - Su mano entre mis manos

Su mano entre mis manos,
sus ojos en mis ojos,
la amorosa cabeza
apoyada en mi hombro,
Dios sabe cuántas veces
con paso perezoso
hemos vagado juntos
bajo los altos olmos
que de su casa prestan
misterio y sombra al pórtico.

Y ayer... un año apenas,
pasado como un soplo,
con qué exquisita gracia,
con qué admirable aplomo,
me dijo al presentarnos
un amigo oficioso:

«Creo que en alguna parte
he visto a usted.» ¡Ah bobos,
que sois de los salones
comadres de buen tono
y andabais allí a caza
de galantes embrollos,
qué historía habéis perdido,
qué manjar tan sabroso
para ser devorado
sotto voce en un corro,
detrás del abanico
de plumas y de oro!.

¡Discreta y casta luna,
copudos y altos olmos,
paredes de su casa,
umbrales de su pórtico,
callad, y que en secreto
no salga con vosotros!.

Callad; que por mi parte
yo lo he olvidado todo;
y ella... ella, no hay máscara
semejante a su rostro.




Vicente Monera

jueves, 19 de julio de 2012

Miguel Hernández - La boca



Miguel Hernández - La boca


Boca que arrastra mi boca.
Boca que me has arrastrado:
boca que vienes de lejos
a iluminarme de rayos.
Alba que das a mis noches
un resplandor rojo y blanco.
Boca poblada de bocas:
pájaro lleno de pájaros.
Canción que vuelve las alas
hacia arriba y hacia abajo.
Muerte reducida a besos,
a sed de morir despacio,
das a la grama sangrante
dos tremendos aletazos.
El labio de arriba el cielo
y la tierra el otro labio.

Beso que rueda en la sombra:
beso que viene rodando
desde el primer cementerio
hasta los últimos astros.
Astros que tiene tu boca
enmudecido y cerrado,
hasta que un roce celeste
hace que vibren sus párpados.

Beso que va a un porvenir
de muchachas y muchachos,
que no dejarán desiertos
ni las calles ni los campos.
¡Cuánta boca ya enterrada,
sin boca, desenterramos!

Bebo en tu boca por ellos,
brindo en tu boca por tantos
que cayeron sobre el vino
de los amorosos vasos.
Hoy son recuerdos, recuerdos,
besos distantes y amargos.

Hundo en tu boca mi vida,
oigo rumores de espacios,
y el infinito parece
que sobre mí se ha volcado.

He de volver a besarte,
he de volver. Hundo, caigo
mientras descienden los siglos
hacia los hondos barrancos
como una febril nevada
de besos y enamorados.

Boca que desenterraste
el amanecer más claro
con tu lengua. Tres palabras,
tres fuegos has heredado:
Vida, Muerte, Amor. Ahí quedan
escritos sobre tus labios.

martes, 17 de julio de 2012

Luis Francisco Bernández - Estar enamorado



Luis Francisco Bernárdez - Estar enamorado

Estar enamorado, amigos, es encontrar el nombre justo de la vida.
Es dar al fin con la palabra que para hacer frente a la muerte se precisa.
Es recobrar la llave oculta que abre la cárcel en que el alma está cautiva.
Es levantarse de la tierra con una fuerza que reclama desde arriba.
Es respirar el ancho viento que por encima de la carne respira.
Es contemplar, desde la cumbre la persona, la razón de las heridas.
Es advertir en unos ojos una mirada verdadera que nos mira.
Es escuchar en una boca la propia voz profundamente repetida.
Es sorprender en unas manos ese calor de la perfecta compañía.
Es sospechar que, para siempre, la soledad de nuestra sombra está vencida.
Estar enamorado, amigos, es descubrir donde se juntan cuerpo y alma
Es percibir en el desierto la cristalina voz de un río que nos llama.
Es ver el mar desde la torre donde ha quedado prisionera nuestra infancia.
Es apoyar los ojos tristes en un paisaje de cigüeñas y campanas.
Es ocupar un territorio donde conviven los perfumes y las armas.
Es dar la ley a cada rosa y al mismo tiempo recibirla de su espada.
Es confundir el sentimiento con una hoguera que del pecho se levanta.
Es gobernar la luz del fuego y al mismo tiempo ser esclavo de la llama.
Es entender la pensativa conversación del corazón a la distancia.
Es encontrar el derrotero que lleva al reino de la música sin tasa.
Estar enamorado, amigos, es adueñarse de las noches y los días.
Es olvidar entre los dedos emocionados la cabeza distraída.
Es recordar a Garcilaso cuando se siente la canción de una herrería.
Es ir leyendo lo que escriben en el espacio las primeras golondrinas.
Es ver la estrella de la tarde por la ventana de una casa campesina.
Es contemplar un tren que pasa por la montaña con las luces encendidas.
Es comprender perfectamente que no hay fronteras entre el sueño y la vigilia.
Es ignorar en qué consiste la diferencia entre la pena y la alegría.
Es escuchar a medianoche la vagabunda confesión de la llovizna.
Es divisar en las tinieblas del corazón una pequeña lucecita.
Estar enamorado, amigos, es padecer espacio y tiempo con dulzura.
Es despertarse una mañana con el secreto de las flores y las frutas.
Es libertarse de si mismo y estar unido con las otras criaturas.
Es no saber si son ajenas o son propias las lejanas amarguras.
Es remontar hasta la fuente las aguar turbias del torrente de la angustia.
Es compartir la luz del mundo y el mismo tiempo compartir la noche oscura.
Es asombrarse y alegrarse de que la luna todavía sea luna.
Es comprobar en cuerpo y alma que la tarea de ser hombre es menos dura.
Es empezar a decir Siempre, y en adelante no volver a decir nunca.
Y es además, amigos míos, estar seguro de tener las manos puras.




ERASMOLOCUTOR

sábado, 14 de julio de 2012

José Ángel Buesa - Poema de la despedida



José Ángel Buesa - Poema de la despedida

Te digo adiós si acaso te quiero todavía
Quizás no he de olvidarte... Pero te digo adiós.
No sé si me quisiste... No sé si te quería.
O tal vez nos quisimos demasiado los dos.

Este cariño triste y apasionado y loco
Me lo sembré en el alma para quererte a ti.
No sé si te amé mucho... No sé si te amé poco,
Pero si sé que nunca volveré a amar así.

Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo
Y el corazón me dice que no te olvidaré.
Pero al quedarme solo... Sabiendo que te pierdo,
Tal vez empiezo a amarte como jamás te amé.

Te digo adiós y acaso con esta despedida
Mi más hermoso sueño muere dentro de mí.
Pero te digo adiós para toda la vida,
Aunque toda la vida siga pensando en ti.



micro51

jueves, 12 de julio de 2012

Garcilaso de la Vega - Escrito está en mi alma vuestro gesto



Garcilaso de la Vega - Escrito está en mi alma vuestro gesto

Escrito está en mi alma vuestro gesto,
y cuanto yo escribir de vos deseo;
vos sola lo escribiste, yo lo leo
tan solo, que aún de vos me guardo en esto.

En esto estoy y estaré siempre puesto,
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.

Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida:
por hábito del alma misma os quiero.

Cuanto tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir y por vos muero.



vicentemonera

martes, 10 de julio de 2012

Gustavo Adolfo Bécquer - A Elisa


Gustavo Adolfo Bécquer - A Elisa

Para que los leas
con tus ojos grises,
para que los cantes
con tu clara voz,
para que se llene
de emoción tu pecho
hice mis versos yo.

Para que encuentres
en tu pecho asilo
y le des juventud,
vida, calor,
tres cosas que yo
no puedo darles,
hice mis versos yo.

Para hacerte gozar
con mi alegría,
para que sufras tú
con mi dolor,
para que sientas
palpitar mi vida,
hice mis versos yo.

Para poder poner
ante tus plantas
la ofrenda de mi vida
y de mi amor,
con alma, sueños rotos,
risas, lágrimas
hice mis versos yo.



poetasandaluces

jueves, 5 de julio de 2012

Jaime Sabines - Me tienes en tus manos



Jaime Sabines - Me tienes en tus manos

Me tienes en tus manos,
y me lees lo mismo que un libro.

Sabes lo que yo ignoro,
y me dices las cosas que no me digo.

Me aprendo en ti más que en mí mismo.
Eres como un milagro de todas horas,
como un dolor sin sitio.

Si no fueras mujer fueras mi amigo.
A veces quiero hablarte de mujeres,
que a un lado tuyo persigo.

Eres como el perdón,
y yo soy como tu hijo.

¿Qué buenos ojos tienes cuando estás conmigo?
¡Qué distante te haces y qué ausente
cuando a la soledad te sacrifico!

Dulce como tu nombre, como un higo,
me esperas en tu amor hasta que arribo.
Tú eres como mi casa,
eres como mi muerte, amor mío.




nagallifa

lunes, 2 de julio de 2012

Miguel Hernández - Sólo quien ama vuela



Miguel Hernádez - Sólo quien ama vuela

Sólo quien ama vuela.
Sólo quien ama vuela.

Amar... Pero ¿quién ama?
Volar... Pero ¿quién vuela?
Pero ¿quién ama?
Pero ¿quién vuela?
Sólo quien ama vuela.
Sólo quien ama vuela.

Un ser ardiente, claro de deseos, alado,
quiso ascender, tener la libertad por nido.
Quiso olvidar que el hombre se aleja encadenado.
Donde faltaban plumas puso valor y olvido.

Iba tan alto a veces, que le resplandecía
sobre la piel el cielo, bajo la piel el ave.
Ser que te confundiste con una alondra un día,
te desplomaste otros como el granizo grave.

Sólo quien ama vuela, Sólo quien ama vuela.
Conquistaré el azul ávido de plumaje,
pero el amor, abajo siempre, se desconsuela
de no encontrar las alas que da cierto coraje.

Los brazos no aletean. Son acaso una cola
que el corazón quisiera lanzar al firmamento.
La sangre se entristece de debatirse sola.
Los ojos vuelven tristes de mal conocimiento.

No volarás. No puedes volar, cuerpo que vagas
por estas galerías donde el aire es mi nudo.
Por más que te debatas en ascender, naufragas.
No clamarás. El campo sigue desierto y mudo.

Cada ciudad, dormida, despierta loca, exhala
un silencio de cárcel, de sueño que arde y llueve como un élitro ronco de no poder ser ala.
El hombre yace. El cielo se eleva. El aire mueve.





pandeuropa