martes, 29 de diciembre de 2009

Antonio Gala - Soneto de la luna



Antonio Gala - Soneto de la luna


La luna nos buscó desde su almena,
cantó la acequia, palpitó el olivo.
Mi corazón, intrépido y cautivo,
tendió las manos, fiel a tu cadena.

Qué sábanas de yerba y luna llena
envolvieron el acto decisivo.
Qué mediodía sudoroso y vivo
enjalbegó la noche de azucena.

Por las esquinas verdes del encuentro
las caricias, ansiosas, se perdían
como en una espesura, cuerpo adentro.

Dios y sus cosas nos reconocían.
De nuevo giró el mundo, y en su centro
dos bocas, una a otra, se bebían.



Kathara14

domingo, 27 de diciembre de 2009

Rosalia de Castro - Negra Sombra



Rosalia de Castro - Negra Sombra

Cando penso que te fuches, / Cuando pienso que te fuiste,
negra sombra que me asombras, /negra sombra que me asombras,
ó pé dos meus cabezales / a los pies de mis cabezales
tornas facéndome mofa. /tornas haciéndome mofa.

Cando maxino que es ida, / Cuando imagino que te has ido,
no mesmo sol te me amostras, /en el mismo sol te me muestras,
i eres a estrela que brila, /y eres la estrella que brilla
i eres o vento que zoa. / y eres el viento que zumba.

Si cantan, es ti que cantas, / Si cantan eres tú que cantas,
si choran, es ti que choras, / si lloras eres tú que lloras,
i es o marmurio do río / y eres el murmullo del río
i es a noite i es a aurora. / y eres la noche y eres la aurora.

En todo estás e ti es todo, / En todo estás y tú eres todo
pra min y en min mesma moras, / para mi y en mi misma moras
nin me dexarás ti nunca, / ni me abandonarás nunca
sombra que sempre me asombras /sombra que siempre me asombras.




sochromo

sábado, 19 de diciembre de 2009

Gian Franco Plagiaro - Un adiós anunciado



Gian Franco Plagiaro - Un adiós anunciado

Me imagino que cuando todo pase
y pasará, cuando tú y por supuesto yo recordemos sin amarguras sin remordimientos,
con una dulce nostalgia lo que todavía sentimos,
lo que nos hemos propuesto no sentir más,
lo que finalmente dejaremos de sentir,
porque está mal y si está mal causa malestar,
como un dolor de cabeza, como una culpa...
para ti más que para mí, quiero que lo sepas.

En fin, cuando después de todo lo bueno
que nos pueda pasar en este mundo
y tanto tú como yo con nuestras vidas rehechas,
lejos de nuestras vidas nos volvamos a ver, estoy seguro de eso, en una calle cualquiera, en un café, en la parada de un taxi, a la salida de un banco o en un supermercado.

Seguramente nos miraremos sorprendidos,
y no sabremos qué decirnos, si darnos un beso o darnos la mano como dos viejos amigos.
Te preguntaré si tienes tiempo, te invitaré a un bar.
Te diré que estás más linda que nunca, que yo tenía razón, que los años iban a resaltar tu sensualidad y tú me dirás, para no herirme, que no he cambiado tanto.
Y luego me preguntarás por los chicos, por mi esposa, y yo te preguntaré si te has casado, y finalmente antes de despedirnos, con toda la franqueza que siempre me cuestionasté, con toda la sinceridad que nunca te convenció, voy a decirte una vez más, lo que jamás me creíste:

Nunca amé a nadie como a ti, como tú nunca nadie me amó...


Nota: Hoy os dejo con un poema, que en su día en YouTube, un buen amigo, de ese mundo, me dedicó, en forma de vídeo. Es una gran persona de ese otro mundo, donde al igual que en blogger, he hecho verdaderas amistades, y con su compañia, me ayudan en esos días que tenemos menos buenos.

En el mundo de youTube, uno de mis nicks es "losmaresss", lo podéis ver al final del vídeo, (en donde se puede observar la dedicatoria, que en su día me hizo este buen amigo), allí tengo varios canales con diferentes nicks, éste me gusta especialmente por lo que tanto me agrada la mar, quizás porque nací en una isla de África, llamada por aquel entonces, Santa Isabel de Fernando Poo, hoy Malabo, República de la Guinea Ecuatorial, "La perla de África", así se la conoció y conoce.




Osvaldo

martes, 15 de diciembre de 2009

Luis Chamizo - La Nacencia



Luis Chamizo - La Nacencia

Bruñó los recios nubarrones pardos
la lus del sol que s´agachó en un cerro,
y las artas cogollas de los árboles
d´un coló de naranjas se tiñeron.
A bocanás el aire nos traía
los ruídos d´alla lejos
y el toque d´oración de las campanas
de l´iglesia del pueblo.
Ibamos dambos juntos, en la burra,
por el camino nuevo,
mi mujé mu malita,
suspirando y gimiendo.
Bandás de gorriatos montesinos
volaban, chirrïando por el cielo,
y volaban pal sol qu´en los canchales
daba relumbres d´espejuelos.
Los grillos y las ranas
cantaban a lo lejos,
y cantaban tamién los colorines
sobre las jaras y los brezos,
y roändo, roändo, de las sierras
llegaba el dolondón de los cencerros.
¡Qué tarde más bonita!
¡Qu´anochecer más güeno!
¡Qué tarde más alegre
si juéramos contentos!...
- No pué ser más- me ijo- vaite, vaite
con la burra pal pueblo,
y güervete de prisa con l´agüela,
la comadre o el méico -.
Y bajó de la burra poco a poco,
s´arrellenó en el suelo,
juntó las manos y miró p´arriba,
pa los bruñíos nubarrones recios.
¡Dirme, dejagla sola,
dejagla yo a ella sola com´un perro,
en metá de la jesa,
una legua del pueblo...
eso no! De la rama
d´arriba d´un guapero,
con sus ojos roendos
nos miraba un mochuelo,
un mochuelo con ojos vedriaos
como los ojos de los muertos...
¡No tengo juerzas pa dejagla sola;
pero yo de qué sirvo si me queo!
La burra, que rroía los tomillos
floridos del lindero
carcaba las moscas con el rabo;
y dejaba el careo,
levantaba el jocico, me miraba
y seguía royendo.
¡Qué pensará la burra
si es que tienen las burras pensamientos!
Me juí junt´a mi Juana,
me jinqué de roillas en el suelo,
jice por recordá las oraciones
que m´enseñaron cuando nuevo.
No tenía pacencia
p´hacé memoria de los rezos...
¡Quién podrá socorregla si me voy!
¡Quién va po la comadre si me queo!
Aturdio del tó gorví los ojos
pa los ojos reondos del mochuelo;
y aquellos ojos verdes,
tan grandes, tan abiertos,
qu´otras veces a mí me dieron risa,
hora me daban mieo.
¡Qué mirarán tan fijos
los ojos del mochuelo!
No cantaban las ranas,
los grillos no cantaban a lo lejos,
las bocanás del aire s´aplacaron,
s´asomaron la luna y el lucero,
no llegaba, rondo, de las sierras
el dolondón de los cencerros...
¡Daba tanta quietú mucha congoja!
¡Daba yo no sé qué tanto silencio!
M´arrimé más pa ella;
l´abrasaba el aliento,
le temblaban las manos,
tiritaba su cuerpo...
y a la luz de la luna eran sus ojos
más grandes y más negros.
Yo sentí que los míos chorreaban
lagrimones de fuego.
Uno cayó roändo,
y, prendío d´un pelo,
en metá de su frente
se queó reluciendo.
¡Que bonita y que güena,
quién pudiera sé méico!
Señó, tú que lo sabes
lo mucho que la quiero.
Tú que sabes qu´estamos bien casaos,
Señó, tú qu´eres güeno;
tú que jaces que broten las simientes
qu´echamos en el suelo;
tú que jaces que granen las espigas,
cuando llega su tiempo;
tú que jaces que paran las ovejas,
sin comadres, ni méicos...
¿por qué, Señó, se va morí mi Juana,
con lo que yo la quiero,
siendo yo tan honrao
y siendo tú tan güeno?...
¡Ay! qué noche más larga
de tanto sufrimiento;
¡qué cosas pasarían
que decilas no pueo!
Jizo Dios un milagro;
¡no podía por menos!

Toito lleno de tierra
le levanté del suelo,
le miré mu despacio, mu despacio,
con una miaja de respeto.
Era un hijo, ¡mi hijo!,
hijo dambos, hijo nuestro...
Ella me le pedía
con los brazos abiertos,
¡Qué bonita qu´estaba
llorando y sonriyendo!
Venía clareando;
s´oïan a lo lejos
las risotás de los pastores
y el dolondón de los cencerros.
Besé a la madre y le quité mi hijo;
salí con él corriendo,
y en un regacho d´agua clara
le lavé tó su cuerpo.
Me sentí más honrao,
más cristiano, más güeno,
bautizando a mi hijo como el cura
bautiza los muchachos en el pueblo.
Tié que ser campusino,
tié que ser de los nuestros,
que por algo nació baj´una encina
del camino nuevo.
Icen que la nacencia es una cosa
que miran los señores en el pueblo;
pos pa mí que mi hijo
la tié mejor que ellos,
que Dios jizo en presona con mi Juana
de comadre y de méico.
Asina que nació besó la tierra,
que, agraecía, se pegó a su cuerpo;
y jue la mesma luna
quien le pagó aquel beso...
¡Qué saben d´estas cosas
los señores aquellos!
Dos salimos del chozo,
tres golvimos al pueblo.
Jizo dios un milagro en el camino:
¡no podía por menos!




arinamha

sábado, 12 de diciembre de 2009

Gustavo Adolfo Bécquer - Rima LII



Gustavo Adolfo Bécquer - Rima LII

Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.

Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres...
¡esas... no volverán!.

Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.

Pero aquellas, cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día...
¡esas... no volverán!

Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.

Pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido...; desengáñate,
¡así... no te querrán!




susanalake

viernes, 11 de diciembre de 2009

Gabriel y Galán - Mi Vaquerillo



Gabriel y Galán - Mi Vaquerillo

He dormido esta noche en el monte
con el niño que cuida mis vacas.
En el valle tendió para ambos
el rapaz su raquítica manta
¡y se quiso quitar-¡pobrecito!-
su blusilla y hacerme almohada!
Una noche solemne de junio,
una noche de junio muy clara.
Los valles dormían,
los búhos cantaban,
sonaba un cencerro,
rumiaban las vacas,
y una luna de luz amorosa,
presidiendo la atmósfera diáfana,
inundaba los cielos tranquilos
de dulzuras sedantes y cálidas.
¡Qué noches, qué noches!
¡Qué horas, qué auras!
¡Para hacerse de acero los cuerpos!
¡Para hacerse de oro las almas!
Pero el niño ¡qué solo vivía!
¡Me daba una lástima
recordar que en los campos desiertos
tan solo pasaba
las noches de junio
rutilantes, medrosas, calladas,
y las húmedas noches de octubre,
cuando el aire menea las ramas,
y las noches del turbio febrero,
tan negras, tan bravas,
con lobos y cárabos,
con vientos y aguas!...
¡Recordar qué dormido pudieran
pisarlo las vacas,
morderle en los labios
horrendas tarántulas,
matarlo los lobos,
comerlo las águilas!...
¡Vaquerito mío!
¡Cuán amargo era el pan que te daba!
Yo tenía un hijito pequeño
-hijo de mi alma,
que jamás te dejé si tu madre
sobre ti no tendía sus alas!-
y si un hombre duro
le vendiera las cosas tan caras!...
Pero ¿qué van a hablar mis amores,
si el niñito que cuida mis vacas
también tiene padres
con tiernas entrañas?
He pasado con él esta noche,
y en las horas de más honda calma
me habló la conciencia
muy duras palabras.
Y le dije que sí, que era horrible.
que llorándolo el alma ya estaba.
El niño dormía
cara al cielo con plácida calma;
la luz de la luna
puro beso de madre le daba,
y el beso del padre
se lo puso mi boca en su cara.
Y le dije con voz de cariño
cuando vi clarear la mañana:
Despierta, mi mozo,
que ya viene el alba,
y hay que hacer una lumbre muy grande
y un almuerzo muy rico... ¡Levanta!
Tú te quedas luego
guardando las vacas,
y a la noche te vas y las dejas.
¡San Antonio bendito las guarda!
Y a tu madre a la noche le dices
que vaya a mi casa,
porque ya eres grande
y te quiero aumentar la soldada.




manemav

martes, 8 de diciembre de 2009

León Felipe - Qué lástima



¡Qué lástima
que yo no pueda cantar a la usanza
de este tiempo lo mismo que los poetas que hoy cantan!

¡Qué lástima
que yo no pueda entonar con una voz engolada
esas brillantes romanzas
a las glorias de la patria!

¡Qué lástima
que yo no tenga una patria!
Sé que la historia es la misma, la misma siempre, que pasa
desde una tierra a otra tierra, desde una raza a otra raza, como pasan
esas tormentas de estío desde esta a aquella comarca.

¡Qué lástima
que yo no tenga comarca,
patria chica, tierra provinciana!
Debí nacer en la entraña
de la estepa castellana y fui a nacer en un pueblo del que no recuerdo nada;
pasé los días azules de mi infancia en Salamanca,
y mi juventud, una juventud sombría, en la Montaña.

Después... ya no he vuelto a echar el ancla,
y ninguna de estas tierras me levanta ni me exalta
para poder cantar siempre en la misma tonada al mismo río que pasa
rodando las mismas aguas, al mismo cielo, al mismo campo y en la misma casa.

¡Qué lástima
que yo no tenga una casa!
Una casa solariega y blasonada,
una casa en que guardara, a más de otras cosas raras,
un sillón viejo de cuero, una mesa apolillada (que me contaran
viejas historias domésticas como a Francis Jammes y a Ayala),
y el retrato de un mi abuelo que ganara una batalla.

¡Qué lástima
que yo no tenga un abuelo que ganara una batalla, retratado con una mano cruzada
en el pecho, y la otra en el puño de la espada! Y, ¡qué lástima
que yo no tenga siquiera una espada! Porque... ¿Qué voy a cantar si no tengo ni una patria,ni una tierra provinciana, ni una casa solariega y blasonada,
ni el retrato de un mi abuelo que ganara una batalla,
ni un sillón viejo de cuero, ni una mesa, ni una espada?
¡Qué voy a cantar si soy un paria que apenas tiene una capa!

Sin embargo... en esta tierra de España y en un pueblo de la Alcarria
hay una casa en la que estoy de posada y donde tengo, prestadas,
una mesa de pino y una silla de paja.

Un libro tengo también. Y todo mi ajuar se halla en una sala muy amplia, y muy blanca
que está en la parte más baja, y más fresca de la casa.
Tiene una luz muy clara esta sala tan amplia y tan blanca...

Una luz muy clara que entra por una ventana que da a una calle muy ancha.
Y a la luz de esta ventana vengo todas las mañanas.
Aquí me siento sobre mi silla de paja, y venzo las horas largas
leyendo en mi libro y viendo cómo pasa la gente a través de la ventana.

Cosas de poca importancia parecen un libro y el cristal de una ventana
en un pueblo de la Alcarria, y, sin embargo, le basta
para sentir todo el ritmo de la vida a mi alma.

Que todo el ritmo del mundo por estos cristales pasa cuando pasan
ese pastor que va detrás de las cabrascon una enorme cayada, esa mujer agobiada
con una cargade leña en la espalda,
esos mendigos que vienen arrastrando sus miserias, de Pastrana,
y esa niña que va a la escuela de tan mala gana.

¡Oh, esa niña! Hace un alto en mi ventana siempre, y se queda a los cristales pegada
como si fuera una estampa.
¡Qué gracia tiene su cara en el cristal aplastada
con la barbilla sumida y la naricilla chata!
Yo me río mucho mirándola y la digo que es una niña muy guapa...
Ella entonces me llama ¡tonto!, y se marcha.

¡Pobre niña! Ya no pasa por esta calle tan ancha
caminando hacia la escuela de muy mala gana, ni se para en mi ventana,
ni se queda a los cristales pegada como si fuera una estampa.
Que un día se puso mala, muy mala,y otro día doblaron por ella a muerto las campanas.

Y en una tarde muy clara,por esta calle tan ancha,
al través de la ventana,vi cómo se la llevaban en una caja muy blanca...
En una caja muy blanca que tenía un cristalito en la tapa.
Por aquel cristal se la veía la cara lo mismo que cuando estaba
pegadita al cristal de mi ventana... Al cristal de esta ventana,
que ahora me recuerda siempre el cristalito de aquella caja tan blanca.

Todo el ritmo de la vida pasa
por el cristal de mi ventana...
¡Y la muerte también pasa!

¡Qué lástima
que no pudiendo cantar otras hazañas, porque no tengo una patria,
ni una tierra provinciana, ni una casa solariega y blasonada,
ni el retrato de un mi abuelo que ganara una batalla,
ni un sillón de viejo cuero, ni una mesa, ni una espada, y soy un paria
que apenas tiene una capa... venga, forzado, a cantar cosas de poca importancia!




ValentinAzul

lunes, 7 de diciembre de 2009

Javier Feijóo - Aquí no tenemos mieo


NOTA: Dedicado a Poseidón y Manolo, dos personas, a las que les tengo gran aprecio, porque ellos sin saberlo han llegado a mi interior, desde hace mucho tiempo, son Extremeños, GRACIAS, amigos por ello.

Como una enamorada de Extremadura, hoy os dejo este lindo poema, de Javier Feijóo. Al ir a buscar el poema, me he encontrado que su autor tiene un blog, y por respeto, sólo os voy a poner el vídeo, que hace tiempo encontré en yt. Espero que os guste como a mí, os dejo con el vídeo, que también consta, de una hermosa canción.




Torman1962

jueves, 3 de diciembre de 2009

José Ángel Buesa - De pie bajo la lluvia



José Ángel Buesa - De pie bajo la lluvia

Así estás todavía de pie bajo la lluvia,
bajo la clara lluvia de una noche de invierno.
De pie bajo la lluvia me llega tu sonrisa,
de pie bajo la lluvia te encuentra mi recuerdo.
Siempre he de recordarte de pie bajo la lluvia,
con un polvo de estrellas muriendo en tus cabellos,
y tu voz que nacía del fondo de tus ojos,
y tus manos cansadas que se iban en el viento,
y aquel cielo de plomo y el rumor de los árboles,
y la hoja seca aquella que te cayó en el seno,
y el rocío nocturno dormido en tus pestañas,
y engarzando diamantes en tu vestido negro.

Así estás todavía lejanamente cerca
desde tu lejanía de sombra y de silencio.
Mi corazón te llama de pie bajo la lluvia,
de pie bajo la lluvia te acercas en el sueño.
La vida es tan pequeña que cabe en una noche.
Quizás fue que en la sombra me encontré con tu beso,
y por eso me envuelve, de pie bajo la lluvia,
el sabor de tu boca y el olor de tu cuerpo.

Si, me has dejado triste porque pienso que acaso
ya no estarás conmigo cuando llueva de nuevo.
Y no he de verte entonces de pie bajo la lluvia
con las manos temblando de frío y de deseo.
Pero aunque habrá otras noches cargadas de perfumes,
y otras mujeres, y otras, a lo largo del tiempo,
siempre he de recordarte de pie bajo la lluvia,
bajo la lluvia clara de una noche de invierno...

miércoles, 2 de diciembre de 2009

León Felipe - Como tú

León Felipe - Como tú

Así es mi vida,
piedra,
como tú. Como tú,
piedra pequeña;
como tú,
piedra ligera;
como tú,
canto que ruedas
por las calzadas
y por las veredas;
como tú,
guijarro humilde de las carreteras;
como tú,
que en días de tormenta
te hundes en el cieno de la tierra,
y luego centelleas bajo los cascos,
y bajo las ruedas;
como tú,
que no has servido
para ser ni piedra
de una lonja,
ni piedra de una audiencia,
ni piedra de un palacio,
ni piedra de una iglesia;
como tú,
piedra aventurera;
como tú,
que tal vez estás hecha
sólo para una honda,
piedra pequeña y ligera...



poetrasto44