lunes, 30 de abril de 2012

Mario Benedetti - Una mujer desnuda y en lo oscuro...



Mario Benedetti - Una mujer desnuda y en lo oscuro

Una mujer desnuda y en lo oscuro
tiene una claridad que nos alumbra
de modo que si ocurre un desconsuelo
un apagón o una noche sin luna
es conveniente y hasta imprescindible
tener a mano una mujer desnuda.

Una mujer desnuda y en lo oscuro
genera un resplandor que da confianza
entonces dominguea el almanaque
vibran en su rincón las telarañas
y los ojos felices y felinos
miran y de mirar nunca se cansan.

Una mujer desnuda y en lo oscuro
es una vocación para las manos
para los labios es casi un destino
y para el corazón un despilfarro
una mujer desnuda es un enigma
y siempre es una fiesta descifrarlo.

Una mujer desnuda y en lo oscuro
genera una luz propia y nos enciende
el cielo raso se convierte en cielo
y es una gloria no ser inocente
una mujer querida o vislumbrada
desbarata por una vez la muerte.

sábado, 28 de abril de 2012



Antonio Gala - Soneto de la luna


La luna nos buscó desde su almena,
cantó la acequia, palpitó el olivo.
Mi corazón, intrépido y cautivo,
tendió las manos, fiel a tu cadena.

Qué sábanas de yerba y luna llena
envolvieron el acto decisivo.
Qué mediodía sudoroso y vivo
enjalbegó la noche de azucena.

Por las esquinas verdes del encuentro
las caricias, ansiosas, se perdían
como en una espesura, cuerpo adentro.

Dios y sus cosas nos reconocían.
De nuevo giró el mundo, y en su centro
dos bocas, una a otra, se bebían.



Kathara14

viernes, 27 de abril de 2012

Sólo acierta en amor quien se equivoca
y entrega mucho más de lo que entrega.
Después, toda esperanza será poca.


RAFAEL GUILLÉN nace en Granada el 27 de Abril de 1933.

Perteneciente a la Generación del 50, la trayectoria de Guillén es larga, pero quizá uno de sus mayores méritos sea el haber ayudado a recuperar la cultura poética de la ciudad tras la Guerra Civil. Fue uno de los primeros poetas que, con el grupo "Versos al aire libre", rompió el silencio que, durante veinte años, cayó sobre la poesía granadina tras el asesinato de Federico García Lorca.

En sus primeras obras se nota la influencia neoclásica que pesó sobre otros miembros de su generación, pero la atracción de lo popular (Cancionero-guía para andar por el aire de Granada, 1962) pronto lo aligera, y ya en los sesenta abandona la rigidez del metro tradicional.

Sus temas no son leves: el amor y el erotismo suelen mezclarse con la elegía por la degradación inevitable que trae del tiempo.

La obra de Rafael Guillén ha sido objeto de numerosos estudios, entre ellos el de otro poeta granadino, José Ortega, que la hizo objeto de su memoria de licenciatura ("Aproximación a la poesía de Rafael Guillén") en 1971.

En 1994 le fue concedido el Premio Nacional de Literatura por “Los estados transparentes”, premio que hasta entonces sólo había recaído en un granadino, Luis Rosales, en 1951.

Ha publicado más de veinte libros obteniendo numerosos premios, entre ellos Leopoldo Panero (1966), Guipúzcoa (1968), Boscán (1968) y Ciudad de Barcelona (1969), entre otros, todos de poesía.

Su obra en prosa está representada por narraciones, ensayos, conferencias, comentarios y artículos. Ha sido traducido a numerosos idiomas.



poetasandaluces

jueves, 26 de abril de 2012



Retrato - Antonio Machado


Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.

Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,
más recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.

Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.

Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.

Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.

¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.

Converso con el hombre que siempre va conmigo
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.

Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.

Y cuando llegue el día del último vïaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.