Hoy quiero, compartir con vosotros, un poema y canción del gran poeta y cantautor, Alberto Córtez, me ha encantado el conjunto, por eso he traido conmigo este gran vídeo.
Un hermoso, profundo, y mucha verdad en este poema de Alberto Córtez, no os pongo el texto, porque se lee bien en el vídeo, y el decir de Alberto Córtez es perfecto.
Aquí te amo. En los oscuros pinos se desenreda el viento. Fosforece la luna sobre las aguas errantes. Andan días iguales persiguiéndose.
Se desciñe la niebla en danzantes figuras. Una gaviota de plata se descuelga del ocaso. A veces una vela. Altas, altas estrellas.
O la cruz negra de un barco. Solo. A veces amanezco, y hasta mi alma está húmeda. Suena, resuena el mar lejano. Este es un puerto. Aquí te amo.
Aquí te amo y en vano te oculta el horizonte. Te estoy amando aún entre estas frías cosas. A veces van mis besos en esos barcos graves, que corren por el mar hacia donde no llegan.
Ya me veo olvidado como estas viejas anclas. Son más tristes los muelles cuando atraca la tarde. Se fatiga mi vida inútilmente hambrienta. Amo lo que no tengo. Estás tú tan distante.
Mi hastío forcejea con los lentos crepúsculos. Pero la noche llega y comienza a cantarme. La luna hace girar su rodaje de sueño.
Me miran con tus ojos las estrellas más grandes. Y como yo te amo, los pinos en el viento, quieren cantar tu nombre con sus hojas de alambre.
Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,más se palpita y se sigue más acá de la conciencia,fieramente existiendo, ciegamente afirmando, como un pulso que golpea las tinieblas,cuando se miran de frente: los vertiginosos ojos claros de la muerte, se dicen las verdades: las bárbaras, terribles, amorosas crueldades: Se dicen los poemas que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados, piden ser, piden ritmo, piden ley para aquello que sienten excesivo.
Con la velocidad del instinto, con el rayo del prodigio, como mágica evidencia, lo real se nos convierte en lo idéntico a sí mismo.
Poesía para el pobre, poesía necesaria como el pan de cada día, como el aire que exigimos trece veces por minuto, para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.
Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan decir que somos quienes somos, nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.
Maldigo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales, que lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren y canto respirando. Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas personales, me ensancho.
Quisiera daros vida, provocar nuevos actos, y calculo por eso con técnica, qué puedo. Me siento un ingeniero del verso y un obrero que trabaja con otros a España en sus aceros.
Tal es mi poesía: Poesía-herramienta a la vez que latido de lo unánime y ciego. Tal es, arma cargada de futuro expansivo con que te apunto al pecho.
No es una poesía gota a gota pensada. No es un bello producto. No es un fruto perfecto. Es algo como el aire que todos respiramos y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.
Son palabras que todos repetimos sintiendo como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado. Son lo más necesario: Lo que no tiene nombre. Son gritos en el cielo, y en la tierra, son actos.
Estar enamorado, amigos, es encontrar el nombre justo de la vida. Es dar al fin con la palabra que para hacer frente a la muerte se precisa. Es recobrar la llave oculta que abre la cárcel en que el alma está cautiva. Es levantarse de la tierra con una fuerza que reclama desde arriba. Es respirar el ancho viento que por encima de la carne respira. Es contemplar, desde la cumbre la persona, la razón de las heridas. Es advertir en unos ojos una mirada verdadera que nos mira. Es escuchar en una boca la propia voz profundamente repetida. Es sorprender en unas manos ese calor de la perfecta compañía. Es sospechar que, para siempre, la soledad de nuestra sombra está vencida. Estar enamorado, amigos, es descubrir donde se juntan cuerpo y alma Es percibir en el desierto la cristalina voz de un río que nos llama. Es ver el mar desde la torre donde ha quedado prisionera nuestra infancia. Es apoyar los ojos tristes en un paisaje de cigüeñas y campanas. Es ocupar un territorio donde conviven los perfumes y las armas. Es dar la ley a cada rosa y al mismo tiempo recibirla de su espada. Es confundir el sentimiento con una hoguera que del pecho se levanta. Es gobernar la luz del fuego y al mismo tiempo ser esclavo de la llama. Es entender la pensativa conversación del corazón a la distancia. Es encontrar el derrotero que lleva al reino de la música sin tasa. Estar enamorado, amigos, es adueñarse de las noches y los días. Es olvidar entre los dedos emocionados la cabeza distraída. Es recordar a Garcilaso cuando se siente la canción de una herrería. Es ir leyendo lo que escriben en el espacio las primeras golondrinas. Es ver la estrella de la tarde por la ventana de una casa campesina. Es contemplar un tren que pasa por la montaña con las luces encendidas. Es comprender perfectamente que no hay fronteras entre el sueño y la vigilia. Es ignorar en qué consiste la diferencia entre la pena y la alegría. Es escuchar a medianoche la vagabunda confesión de la llovizna. Es divisar en las tinieblas del corazón una pequeña lucecita. Estar enamorado, amigos, es padecer espacio y tiempo con dulzura. Es despertarse una mañana con el secreto de las flores y las frutas. Es libertarse de si mismo y estar unido con las otras criaturas. Es no saber si son ajenas o son propias las lejanas amarguras. Es remontar hasta la fuente las aguar turbias del torrente de la angustia. Es compartir la luz del mundo y el mismo tiempo compartir la noche oscura. Es asombrarse y alegrarse de que la luna todavía sea luna. Es comprobar en cuerpo y alma que la tarea de ser hombre es menos dura. Es empezar a decir Siempre, y en adelante no volver a decir nunca. Y es además, amigos míos, estar seguro de tener las manos puras.
NOTA ACLARATORIA: PARA PODER DISFRUTAR DE LA CANCIÓN Y POEMAS, PENSAMIENTOS, PODÉIS PRIMERO ESCUCHAR LA MELODÍA, Y DESPUÉS LEER EL TEXTO INCLUÍDO EN EL VÍDEO O VICEVERSA.
Biografía de José Martí, y un vídeo con una canción muy famosa, que hasta que veáis el vídeo no os lo digo para que sea una sorpresa, aunque quizás muchos de vosotros ya lo sabréis, el vídeo consta de algún que otro poema y pensamientos suyos, que a mí me han encantado, por lo tanto quiero compartirlo con todos vosotros.
Sus padres fueron don Mariano Martí y Navarro, procedente de Valencia, y doña Leonor Pérez Cabrera, originaria de Santa Cruz de Tenerife, Islas Canarias. Fue apadrinado en el bautismo por un matrimonio español, don José Maria Vázquez Cedrón y doña Marcelina de Aguirre. Fue al colegio de San Anacleto, dirigido por Rafael Sixto Casado y más tarde al colegio de San Pablo Edo. Zulia, Machiques de Perija, dirigido por Rafael María de Mendive, quien se convertiría en un segundo padre para él años mas tarde.
Con sus padres viajó a España en 1856. Regresó a Cuba en junio de 1859. Su padre desempeñó varios cargos en el ejército: primero fue celador y más tarde ocupó el puesto de capitán, juez pedáneo de Hanábana al sur de la actual provincia de Matanzas, desde abril de 1862 a enero de 1863.
Durante este tiempo, su padre lo llevó con él y lo tuvo a su lado. Gracias a gestiones de su maestro y educador María de Mendive, en agosto de 1866 ingresó en el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana. El 19 de enero de 1869, ya comenzada la llamada Guerra de los Diez Años (1868-1878) en los campos cubanos, publicó junto a su amigo Fermín Valdés Domínguez sus primeros artículos políticos en El Diablo Cojuelo, periódico que pertenecía a este último. El 23 de enero de ese mismo año editó un único número de su periódico La Patria Libre, donde hizo público su drama en verso, Abdala.
Extracto de Abdala 1869 (…) El amor, madre, a la patria, No es el amor ridículo a la tierra Ni a la hierba que pisan nuestras plantas Sino el odio invencible a quien la oprime Es el rencor eterno a quien la ataca (…)
Por la garganta me sube un río de sangre fresco de la herida que atraviesa de parte a parte mi cuerpo. Tengo clavos en las manos y cuchillos en los dedos y en mi sien una corona hecha de alfileres negros.
Mira cómo se me pone la piel ca vez que me acuerdo que soy un hombre casao y sin embargo, te quiero.
Entre tu casa y mi casa hay un muro de silencio, de ortigas y de chumberas, de cal, de arena, de viento, de madreselvas oscuras y de vidrios en acecho. Un muro para que nunca lo pueda saltar el pueblo que anda rondando la llave que guarda nuestro secreto. ¡Y yo sé bien que me quieres! ¡Y tú sabes que te quiero! Y lo sabemos los dos y nadie puede saberlo.
¡Ay, pena, penita, pena de nuestro amor en silencio! ¡Ay, qué alegría, alegría, quererte como te quiero!
Cuando por la noche a solas me quedo con tu recuerdo derribaría la pared que separa nuestro sueño, rompería con mis manos de tu cancela los hierros, con tal de verme a tu vera, tormento de mis tormentos, y te estaría besando hasta quitarte el aliento. Y luego, qué se me daba quedarme en tus brazos muerto.
¡Ay, qué alegría y qué pena quererte como te quiero!
Nuestro amor es agonía, luto, angustia, llanto, miedo, muerte, pena, sangre, vida, luna, rosa, sol y viento. Es morirse a cada paso y seguir viviendo luego con una espada de punta siempre pendiente del techo.
Salgo de mi casa al campo sólo con tu pensamiento, para acariciar a solas la tela de aquel pañuelo que se te cayó un domingo cuando venías del pueblo y que no te he dicho nunca, mi vida, que yo lo tengo. Y lo estrujo entre mis manos lo mismo que un limón nuevo, y miro tus iniciales y las repito en silencio para que ni el campo sepa lo que yo te estoy queriendo.
Ayer, en la Plaza Nueva, ?vida, no vuelvas a hacerlo? te vi besar a mi niño, a mi niño el más pequeño, y cómo lo besarías ¡ay, Virgen de los Remedios! que fue la primera vez que a mí me distes un beso. Llegué corriendo a mi casa, alcé mi niño del suelo y sin que nadie me viera, como un ladrón en acecho, en su cara de amapola mordió mi boca tu beso.
¡Ay, qué alegría y qué pena quererte como te quiero!
Mira, pase lo que pase, aunque se hunda el firmamento, aunque tu nombre y el mío lo pisoteen por el suelo, y aunque la tierra se abra, y aun cuando lo sepa el pueblo, y ponga nuestra bandera de amor a los cuatro vientos, sígueme queriendo así, tormento de mis tormentos.
¡Ay, qué alegría y qué pena quererte como te quiero!
Romance del enamorado y la muerte - Anónimo, cantada por Amancio Prada
Un sueño soñaba anoche, soñito del alma mía, soñaba con mis amores, que en mis brazos los tenía. Vi entrar señora muy blanca, muy más que la nieve fría. Por dónde has entrado amor cómo has entrado a mi vida. Las puertas están cerradas, ventanas y celosías no soy el amor amante soy la muerte Dios me envía. Ay muerte tan rigurosa déjame vivir un día, un día no puede ser una hora tienes de vida. Muy deprisa se cansaba, más deprisa se vestía ya se va para la calle en donde su amor vivía. Ábreme la puerta blanca, ábreme la puerta niña, como te podré yo abrir si la ocasión no es venida. Mi padre no fue a palacio, mi madre no está dormida. Si no me abres esta noche ya no me abrirás querida. La muerte me anda buscando junto a ti vida sería. Vete bajo mi ventana donde labraba y cosía. Te echaré cordón de seda para que subas arriba, y si el hilo no alcanzare mis trenzas añadiría. Se rompió el cordón de seda la muerte que ahí venía vamos el enamorado, que la hora ya es cumplida.
¿Qué cantan los poetas andaluces de ahora? ¿Qué miran los poetas andaluces de ahora? ¿Qué sienten los poetas andaluces de ahora?
Cantan con voz de hombre Pero, ¿dónde los hombres? Con ojos de hombre miran Pero, ¿dónde los hombres? Con pecho de hombre sienten Pero, ¿dónde los hombres?
Cantan, y cuando cantan parece que están solos Miran, y cuando miran parece que están solos Sienten, y cuando sienten parece que están solos.
¿Qué cantan los poetas, poetas andaluces de ahora? ¿Qué miran los poetas, poetas andaluces de ahora? ¿Qué sienten los poetas, poetas andaluces de ahora?
Y cuando cantan, parece que están solos Y cuando miran, parece que están solos Y cuando sienten, parece que están solos. (BIS)
Pero, ¿dónde los hombres?
¿Es que ya Andalucía se ha quedado sin nadie? ¿Es que acaso en los montes andaluces no hay nadie? ¿Qué en los campos y mares andaluces no hay nadie?
¿No habrá ya quien responda a la voz del poeta, Quién mire al corazón sin muros del poeta? Tantas cosas han muerto, que no hay más que el poeta.
Cantad alto, oiréis que oyen otros oidos Mirad alto, veréis que miran otros ojos Latid alto, sabréis que palpita otra sangre.
No es más hondo el poeta en su oscuro subsuelo encerrado Su canto asciende a más profundo, Cuando abierto en el aire ya es de todos los hombres.
Y ya su canto es de todos los hombres Y ya su canto es de todos los hombres Y ya su canto es de todos los hombres Y ya su canto es de todos los hombres. (BIS)
Las palabras son barcos y se pierden así, de boca en boca, como de niebla en niebla. Llevan su mercancía por las conversaciones sin encontrar un puerto, la noche que les pese igual que un ancla.
Deben acostumbrarse a envejecer y vivir con paciencia de madera usada por las olas, irse descomponiendo, dañarse lentamente, hasta que a la bodega rutinaria llegue el mar y las hunda.
Porque la vida entra en las palabras como el mar en un barco, cubre de tiempo el nombre de las cosas y lleva a la raíz de un adjetivo el cielo de una fecha, el balcón de una casa, la luz de una ciudad reflejada en un río.
Por eso, niebla a niebla, cuando el amor invade las palabras, golpea sus paredes, marca en ellas los signos de una historia personal y deja en el pasado de los vocabularios sensaciones de frío y de calor, noches que son la noche, mares que son el mar, solitarios paseos con extensión de frase y trenes detenidos y canciones.
Si el amor, como todo, es cuestión de palabras, acercarme a tu cuerpo fue crear un idioma.
Tus ojos me recuerdan las noches de verano, negras noches sin luna, orilla al mar salado, y el chispear de estrellas del cielo negro y bajo. Tus ojos me recuerdan las noches de verano. Y tu morena carne, los trigos requemados y el suspirar de fuego de los maduros campos. Tu hermana es clara y débil como los juncos lánguidos, como los sauces tristes, como los linos glaucos. Tu hermana es un lucero en el azul lejano... Y es alba y aura fría sobre los pobres álamos que en las orillas tiemblan del río humilde y manso. Tu hermana es un lucero en el azul lejano. De tu morena gracia, de tu soñar gitano, de tu mirar de sombra quiero llenar mi vaso. Me embriagaré una noche de cielo negro y bajo, para cantar contigo, orilla al mar salado, una canción que deje cenizas en los labios... De tu mirar de sombra quiero llenar mi vaso. Para tu linda hermana arrancaré los ramos de florecillas nuevas a los almendros blancos, en un tranquilo y triste alborear de marzo. Los regaré con agua de los arroyos claros, los ataré con verdes junquillos del remanso... Para tu linda hermana yo haré un ramito blanco.
Yo me alivié a un pino verde por ver si la divisaba, y sólo divisé el polvo del coche que la llevaba. Anda jaleo, jaleo: ya se acabó el alboroto y vamos al tiroteo.
No salgas, paloma, al campo, mira que soy cazador, y si te tiro y te mato para mí será el dolor, para mí será el quebranto.
Anda, jaleo, jaleo: ya se acabó el alboroto y vamos al tiroteo.
En la calle de los Muros han matado una paloma. Yo cortaré con mis manos las flores de su corona.
Anda jaleo, jaleo: ya se acabó el alboroto y vamos al tiroteo.